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Decisiones

Ese momento en el que te das cuenta que el día terminó rápido, que los meses se van quedando rezagados en el pasado y que su huella, esa que el tiempo borrará, no será más que el recuerdo difuso de un "hubiera" o de un "¿por qué no?"  Ese momento en el que te das cuenta que por más que quieras y logres alargar las horas, días, meses, años, el tiempo termina cobrando lo suyo llevándote de la mano al final, esto es lo único que tienes garantizado en la vida.   Ese, el momento en el que te das cuenta que debes tomar decisiones, decisiones reales. Es el momento en el que tu sistema operativo colapsa ante la disyuntiva de darle prioridad al ser, al deber o al querer para poder tomar la mejor decisión pero ¿cuál es la mejor decisión? ¿la que perpetúa el ahora? o ¿la que le da un giro de 360° a tu historia? y en última instancia, ¿eso importa cuando tenemos la certeza de que el final es lo único que tenemos garantizado en la vida? 
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No acabó conmigo.

Lo conocí fétido, lacerado, putrefacto; y estaba profundamente enamorada de él. Usaba una sonrisa radiante que le servía de anzuelo, sabía que en su condición de muerto viviente difícilmente atraería a alguien llena de vida, le sacaba el máximo provecho a esa sonrisa de ensueño. Tenía bajo la manga conjuros mágicos a los que recurría cuando las cosas se complicaban, los lanzaba disfrazados de frases de amor cariñosas y elocuentes, sabía como bajarte la luna y las estrellas. No fue la sensación pegajosa de su piel lo que me alejo de él, tampoco el hedor que percibía en cada uno de sus besos. Fue su corazón podrido incapaz de brindar amor verdadero y su falta de alma empática lo que me hizo salir corriendo. Se quedó con trozos de mi cerebro y con al menos la mitad de mi corazón pero no acabó conmigo.

Sentirse alguien.

Solía encerrar a su juicio y esclavizar a su alma, dejarlos expresarse a libertad era peligroso, le daban consciencia y él no quería consciencia, le parecía una carga pesada y absurda. Algo completamente inservible. Él quería un Mercedes, un departamento inteligente y un traje Versace que además de hacerlo ver elegante, lo hiciera sentirse alguien. Era él, no necesitaba de esa unión con el todo para saberse algo, no deseaba ser algo, había vendido su alma para ser alguien en un mundo donde todos son nada.

Olvidos.

¿Y qué cuando ya no quede tiempo, cuando haya pasado el último segundo de la existencia de aquel amor que yo creía eterno, cuando ya no pueda decir "te amo" porque mi pasión se ahogo en el río de tus mentiras?... ¿Y qué cuándo ya no tema olvidarte?

El grito de María

Nadie entendía a María, querían exiliarla. Intentaban sacarla de su hogar sin importar la crueldad  del método empleado, no había persona alguna quién viera a María como una niña. María no entendía a nadie, de hecho no entendía nada. No entendió cuándo en un abrir y cerrar de ojos todo se volvió frío y profundamente obscuro, tampoco entendió los gritos de papá ni el porqué del llanto desesperado de mamá, no entendió porque empezó a hacer maletas entre gritos, golpes y llantos sin guardar su osito, sabía que María amaba ese osito, o su ropa; no entendió porque ambos corrían desesperados de un lado a otro de la casa buscando aquello, encontrando esto sin prestarle la menor atención, no entendió cuando salieron azotando la puerta y la dejaron ahí, para entonces todo ya era frío y profundamente obscuro. Rondó por la casa vacía esperando que mamá volviera por ella, en más de una ocasión le aterró el silencio y la soledad, se asustó cuando vio aquella pareja feliz que entró por la p

La noche de anoche fue mágica...

La noche de anoche fue mágica, el frío fue inusual y mi reacción a éste también lo fue. La noche de anoche fue un "deja vu" de un ser completamente ajeno a mí, fue la representación física de sus sueños, fue el cierre de sus ciclos.... La noche de anoche por unos momentos dejé de existir.

Déjame Ser.

No me pidas ser. No pretendas que encaje en tu perspectiva de chica perfecta, no me digas lo que debo ser para merecerte; lamentaría caer en estereotipos sentenciadores. Quiero ser un ente con plena libertad de expresión sin ataduras morales, que pueda mostrarte el paraíso que ha creado para ti en la fantasía que gobierna su cabeza. Quiero enseñarte porque eres rey de este universo, quiero que te ahogues en mi locura y que reclames, en un intento por seguir existiendo, aquello que te pertenece; mi "yo". Quiero devorar tu ser en un ritual simbiótico, quiero fundirme en ti. No me limites, no me digas cómo amarte porque es tanto mi deseo de complacerte que el resultado podría desilusionarte. Déjame ser, déjame amarte.