Ir al contenido principal

Devenir de un orgasmo

Poco a poco se desvanecía el blanco que había inundado nuestra habitación, un blanco causado por la luz cegadora en la que se manifestó aquel orgasmo.

El sudor cubría por completo mi piel, no había un milímetro de ella que no estuviera bañada con aquel líquido salado. El placer animal que me había poseído instantes atrás pretendía liberarse por completo ante la serena paz a la que se estaban incorporando mi acelerado corazón y mi exhausto cuerpo; ahora una confortable tranquilidad invadía mi ser.

Fue en ese momento que nuevamente percibí su presencia mi lado, su cuerpo húmedo resplandecía iluminado por el ya famoso líquido salado, admiré lo hermoso de su piel y me deleite con su característico aroma. Aquella sonrisa en su rostro era prueba inequívoca de que también para él había sido una experiencia maravillosa y el placer pícaro que la acompañaba me expresaba que compartíamos la satisfacción que dejaba en nosotros aquel viaje sexual.

Abrió los ojos colocando su mirada en la mía y me dejo contemplar su alma, se acercó a mi rostro impulsado por la impaciencia de su boca que ambicionaba encontrarse con la mía, un dulce beso me hizo comprender que el viaje también había sido una comunión espiritual.

Con aquel beso experimenté otra vez la exquisita reacción que solía causarme la cercanía de su cuerpo, el calor regresó a mí abruptamente al saborear su aliento, haciendo que una agradable excitación me recorriera; observé que de igual manera su corazón volvía a precipitarse despertando así su instinto animal.

La estabilidad que había alcanzado mi ser fue víctima de las contracciones provocadas por mi traicionera vagina quien estaba ansiosa ante la erección de su pene y emocionadamente me reincorporé con toda la intención de ensartarme en él.

El viaje iniciaba una vez más.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El grito de María

Nadie entendía a María, querían exiliarla. Intentaban sacarla de su hogar sin importar la crueldad  del método empleado, no había persona alguna quién viera a María como una niña. María no entendía a nadie, de hecho no entendía nada. No entendió cuándo en un abrir y cerrar de ojos todo se volvió frío y profundamente obscuro, tampoco entendió los gritos de papá ni el porqué del llanto desesperado de mamá, no entendió porque empezó a hacer maletas entre gritos, golpes y llantos sin guardar su osito, sabía que María amaba ese osito, o su ropa; no entendió porque ambos corrían desesperados de un lado a otro de la casa buscando aquello, encontrando esto sin prestarle la menor atención, no entendió cuando salieron azotando la puerta y la dejaron ahí, para entonces todo ya era frío y profundamente obscuro. Rondó por la casa vacía esperando que mamá volviera por ella, en más de una ocasión le aterró el silencio y la soledad, se asustó cuando vio aquella pareja feliz que entró por ...

No acabó conmigo.

Lo conocí fétido, lacerado, putrefacto; y estaba profundamente enamorada de él. Usaba una sonrisa radiante que le servía de anzuelo, sabía que en su condición de muerto viviente difícilmente atraería a alguien llena de vida, le sacaba el máximo provecho a esa sonrisa de ensueño. Tenía bajo la manga conjuros mágicos a los que recurría cuando las cosas se complicaban, los lanzaba disfrazados de frases de amor cariñosas y elocuentes, sabía como bajarte la luna y las estrellas. No fue la sensación pegajosa de su piel lo que me alejo de él, tampoco el hedor que percibía en cada uno de sus besos. Fue su corazón podrido incapaz de brindar amor verdadero y su falta de alma empática lo que me hizo salir corriendo. Se quedó con trozos de mi cerebro y con al menos la mitad de mi corazón pero no acabó conmigo.

Despertar

Siempre luchó por su individualidad, por vivir al máximo, por disfrutar y aprender del mundo pero descubrió que eso no era todo que había algo más, no tenía la certeza de saber lo que en verdad buscaba, sólo sabía que era algo grande, algo que fundamentaba su existencia. Un día,por un segundo lo encontró, encontró la respuesta que necesitaba para seguir adelante con su fantasía, recordó y admiró la grandeza de su creación, de su ser y de su presente, sintió que a pesar de todo lo que parecía malo no había más qué dicha y que paradójicamente, la dicha era suya, su creación y le pertenecía, le pertenecían sus sueños, le pertenecían sus recuerdos, le pertenecía su tiempo y su vida, le pertenecía el mundo y el mundo era él… era el aire. Recordó que todo era nada y que nada era él. No pudo más que esbozar una gran sonrisa, dejándose llevar por la iluminación del momento, se recostó un instante y sintió una profunda paz al saber que tenía el mando pues él había creado el ve...