Siempre luchó por su individualidad, por vivir al máximo, por disfrutar y aprender del mundo pero descubrió que eso no era todo que había algo más, no tenía la certeza de saber lo que en verdad buscaba, sólo sabía que era algo grande, algo que fundamentaba su existencia.
Un día,por un segundo lo encontró, encontró la respuesta que necesitaba para seguir adelante con su fantasía, recordó y admiró la grandeza de su creación, de su ser y de su presente, sintió que a pesar de todo lo que parecía malo no había más qué dicha y que paradójicamente, la dicha era suya, su creación y le pertenecía, le pertenecían sus sueños, le pertenecían sus recuerdos, le pertenecía su tiempo y su vida, le pertenecía el mundo y el mundo era él… era el aire.
Recordó que todo era nada y que nada era él. No pudo más que esbozar una gran sonrisa, dejándose llevar por la iluminación del momento, se recostó un instante y sintió una profunda paz al saber que tenía el mando pues él había creado el vehículo, abrió una puerta que no pretendía cerrar jamás…. Cerró los ojos, la puerta se cerró y atrás de ella sólo se observó a un niño jugando seriamente a ser un Dios que quería ser SOL.
Yo no podía hacer más que mirarlo, me deleitaba su presencia y extrañamente, me sentía feliz a su lado pues me había creado para él y todo esto lo cree para mí.
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