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Mostrando entradas de septiembre, 2010

Devenir de un orgasmo

Poco a poco se desvanecía el blanco que había inundado nuestra habitación, un blanco causado por la luz cegadora en la que se manifestó aquel orgasmo. El sudor cubría por completo mi piel, no había un milímetro de ella que no estuviera bañada con aquel líquido salado. El placer animal que me había poseído instantes atrás pretendía liberarse por completo ante la serena paz a la que se estaban incorporando mi acelerado corazón y mi exhausto cuerpo; ahora una confortable tranquilidad invadía mi ser. Fue en ese momento que nuevamente percibí su presencia mi lado, su cuerpo húmedo resplandecía iluminado por el ya famoso líquido salado, admiré lo hermoso de su piel y me deleite con su característico aroma. Aquella sonrisa en su rostro era prueba inequívoca de que también para él había sido una experiencia maravillosa y el placer pícaro que la acompañaba me expresaba que compartíamos la satisfacción que dejaba en nosotros aquel viaje sexual. Abrió los ojos colocando su mirada