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Mostrando entradas de marzo, 2014

¿Siempre?

¿Y qué va a pasar después de colgar la bocina del teléfono si hoy he decidido decir adiós para siempre? Eso pensé al mismo tiempo de hacerlo, no me di ni siquiera un segundo para razonar en la respuesta; colgué de inmediato, presa de mis impulsos, de aquella naturaleza humana y animal que es parte de cada individuo y a la que quiero exiliar por completo de mi ser porque estoy convencida que soy más que eso, más que animal; sin embargo aquella naturaleza cruel y mezquina me hizo saber que no es así, que siempre estará tatuada en mí. ¿Siempre?, ¿en verdad es así?, ¿siempre existe?, ¿existe siempre? ¿El adiós es para siempre?, no lo sabía con seguridad, pero en ese momento así era, aquel siempre me parecía real, más certero que nunca; ¿nunca?, ¿otra palabra abstracta? ¡No volveré a llamarle!, al menos eso pensé en aquel instante. Me sentía dolida, traicionada, relegada. Tomé con furia aquellos sentimientos de dolor que me invadieron después de haber colgado el auric