Ir al contenido principal

Omnipresencia



La desesperación se apoderó de él, de lo que era; no podía decirse que el miedo invadía su cuerpo pues aún carecía de cuerpo pero en ese momento habitaba en una parte de materia que le ayudaría a transportarse.

A pesar del desconcierto, entendía lo que era y lo que pasaría con él en el futuro, pasaría lo que se venía repitiendo una y otra vez desde que lo recordaba.

Empezaba a olvidar y eso lo confundía, sin embargo estaba ahí, no había marcha atrás y justo ahora se preguntaba por qué no podía ser eternamente simple y sencillamente lo que era, una diminuta fracción creada por si mismo qué junto con “ellos” formaba la idea única y total.

No había por qué cambiar de estado, no había para que viajar allá, conocía perfectamente lo que pasaba allá pues él lo había creado, pero se había impuesto como condición olvidar el por qué de estar ahí y comenzaba a hacerlo; lamentablemente ahora no existía quien le resolviera semejante duda pues él y ellos eran uno sólo, y estaban en la misma circunstancia, él y ellos conocían la respuesta pero no lo recordaban con exactitud pues así lo dispusieron para hacer concreta y veraz la idea original de evolución.

Sentía en ellos la tristeza de estar ahí, también sentía en ellos el miedo a lo inevitable lo sentía porque él era ellos y ellos lo eran todo, caracterizados por un breve momento como espermatozoides. Sintió una fuerza extraña que lo obligaba a apresurarse, era una fuerza física pero a la vez era una fuerza espiritual y absoluta pues quería evitarle a los demás el sacrificio, no pudo dejar de notar que cada uno de ellos emprendían la carrera con el mismo gesto, todos y cada uno querían inmolarse por los demás, deseaban evitarse mutuamente la pena de cruzar.

Lo ineludible llegó, observó a lo lejos el destino curiosamente esperado y rechazado al mismo tiempo, el óvulo lo succionó como un campo magnético y una vez adentro desapareció, se le quebró el “alma” en pedazos, todo lo que había sido hasta ese momento se borró espontáneamente, olvidó su superioridad existencial regresando al pacífico estado de humanidad terrenal y comenzó de nuevo, esta vez con retrocesos pues ahora era humano y tenía que recorrer una vida para encontrar el camino que lo llevaría nuevamente a su conocimiento perdido.

Regresó a la vida para dejar de existir como un todo y convertirse en un pedazo de su realidad, así lo dispuso él pero ¿para qué?... lo había olvidado.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El grito de María

Nadie entendía a María, querían exiliarla. Intentaban sacarla de su hogar sin importar la crueldad  del método empleado, no había persona alguna quién viera a María como una niña. María no entendía a nadie, de hecho no entendía nada. No entendió cuándo en un abrir y cerrar de ojos todo se volvió frío y profundamente obscuro, tampoco entendió los gritos de papá ni el porqué del llanto desesperado de mamá, no entendió porque empezó a hacer maletas entre gritos, golpes y llantos sin guardar su osito, sabía que María amaba ese osito, o su ropa; no entendió porque ambos corrían desesperados de un lado a otro de la casa buscando aquello, encontrando esto sin prestarle la menor atención, no entendió cuando salieron azotando la puerta y la dejaron ahí, para entonces todo ya era frío y profundamente obscuro. Rondó por la casa vacía esperando que mamá volviera por ella, en más de una ocasión le aterró el silencio y la soledad, se asustó cuando vio aquella pareja feliz que entró por la p

No acabó conmigo.

Lo conocí fétido, lacerado, putrefacto; y estaba profundamente enamorada de él. Usaba una sonrisa radiante que le servía de anzuelo, sabía que en su condición de muerto viviente difícilmente atraería a alguien llena de vida, le sacaba el máximo provecho a esa sonrisa de ensueño. Tenía bajo la manga conjuros mágicos a los que recurría cuando las cosas se complicaban, los lanzaba disfrazados de frases de amor cariñosas y elocuentes, sabía como bajarte la luna y las estrellas. No fue la sensación pegajosa de su piel lo que me alejo de él, tampoco el hedor que percibía en cada uno de sus besos. Fue su corazón podrido incapaz de brindar amor verdadero y su falta de alma empática lo que me hizo salir corriendo. Se quedó con trozos de mi cerebro y con al menos la mitad de mi corazón pero no acabó conmigo.

La noche de anoche fue mágica...

La noche de anoche fue mágica, el frío fue inusual y mi reacción a éste también lo fue. La noche de anoche fue un "deja vu" de un ser completamente ajeno a mí, fue la representación física de sus sueños, fue el cierre de sus ciclos.... La noche de anoche por unos momentos dejé de existir.