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Juegos del Yo



Experimenté una fuerte dosis de nerviosismo en aquel momento, lo que estaba a punto de suceder no resultaba ser nuevo para mí pero, sin lugar a dudas, esta vez era especialmente diferente; acepté la propuesta aún sabiendo que socialmente no era correcto realizar tremenda locura, sin embargo me lo pidió de tal manera que no pude negarme a pesar de los principios morales que, hasta aquella noche, regían mi vida.

A un paso de entrar a la habitación tomé su mano con fuerza buscando una señal que me indicara continuar con el plan establecido o alejarme inmediatamente de aquel lugar, como respuesta a ello obtuve un caluroso apretón que me brindo seguridad y confianza, sabía que no corría peligro alguno a su lado, lo cual me confortó y me motivó a seguir adelante.

Una vez adentro lo miré a los ojos, quería encontrar en su mirada un argumento que fundamentara mi estancia en aquel lugar, un argumento que le diera razón de ser a mi locura manifestada, él no hizo más que tomarme de la cintura juntando su cuerpo al mío; la sensación de cercanía fue intensa, como la alineación del sol con el mar en un caluroso atardecer de verano. Pude sentir la contagiosa energía de su corazón latiendo apresuradamente, ansioso por fundirse con mi ser, lo cual despertó aún más mi deseo por él, por su cuerpo; un deseo que existía desde la primera vez que me besó, pero que sólo hasta aquel instante se manifestó libremente sin sentirse cohibido ante la mirada de extraños que juzgaran su presencia.

Dicho deseo hizo que, sin darme cuenta, de repente mis labios se encontraran sobre su cuello, prendiéndose a él en un voraz beso que intentaba transmitir la pasión que generaba mi boca ansiosa de su exótico sabor. Fue en ese preciso momento que descubrí la presencia de dos seres además de nosotros en la habitación.

Un sobresalto me apartó de su cuello al percatar las manos de una de nuestras acompañantes sobre el abdomen de él… un extraño juego había comenzado y no estaba dispuesta a perder la ocasión de disfrutar su esencia.

Con ternura tomé su cara entre mis manos y suavemente posé mis labios en los suyos, su lengua navego impetuosamente  dentro de la mía, reconociendo el terreno que lo llevaría al cielo; mientras tanto más abajo la “tipa” aquella no dejaba de acariciar sus muslos fuertes y perfectos, con una desesperación visible por acelerar su excitación.

Dejé que él mordiera mi cuello en tanto mi razonamiento iba perdiéndose en el calor de su aliento, calor que hacía alusión a la dulzura del infierno que reinaba en su interior, de reojo pude ver a una chica sentada en la cama, quien sólo se limitaba a observar sin intentar participar en el juego, su mirada era inexpresiva pero atenta al juego que se desarrollaba en la habitación, parecía examinar cada parte del acto; el placentero dolor que sentí cuando él apretó mis caderas me hizo restarle atención e importancia a la presencia de aquella extraña chica.

Ahora él era el centro de mi atención, el lóbulo de su oreja fue la locación perfecta  para desarrollar la escena que ambicionaba representar mi impaciente boca y mi lengua comenzó a fundirse con la piel de su rostro, estaba tan excitada que poco me importaba que la “tipa” de abajo comenzara a acariciarle el vientre apasionadamente, jugando seductoramente alrededor de su ombligo, bajando lentamente cada vez más con el firme objetivo de encontrarse con el instrumento de nuestro interés.

Yo no paraba de acariciar su cara en tanto que él chupaba con habilidad mi pecho desnudo y exhibido para su satisfacción y allá abajo, “ella” seguía dándole deleite y caricias a su viril miembro con su ardiente boca.

Él separo sus labios de mi pecho para buscar nuevamente mis labios; sus ojos se cerraron con ese beso, un beso que manifestaba el incontrolable goce que recorría cada rincón de su cuerpo… mis ojos se cerraron cuando sus dedos se encajaron fuertemente en mi cintura, haciendo así que mis uñas resbalaran a lo largo de su perfecta espalda.

Los arrebatados jadeos que producía me excitaban extraordinariamente, su respiración se hacía cada vez más rápida anunciando con ello la proximidad del clímax; golpeaba una y otra vez mis nalgas con la palma de sus manos apretándolas con deseo y haciéndolas suyas; la “tipa” de abajo succionaba con pasión haciendo que su cuerpo no  frenara de vibrar. Un rojo invadió la habitación, todo se volvió maravilloso cuando sus dedos exploraban la intimidad de mi húmedo interior y de repente…

Saltó desesperadamente a la cama y le hizo el amor con salvaje euforia a aquella que estaba ahí sentada saboreando la escena acompañada siempre de una postura enigmáticamente madura.

Observé como él medía cada centímetro del cuerpo de aquella con su ya incontrolable lengua; su animada boca le propinó tremendos besos que enloquecerían a cualquiera, gritó y gimió pacíficamente cuando un abundante semen abandonó su cuerpo para siempre.

No me quedó más que mirar y desear haber sido yo quien lo disfrutara en mi interior, pero comprendí con desolación que la “ello” de allá abajo y “yo”, habíamos sido tristemente relegadas por la “súper yo” que, con su mascara de inteligente madurez, lo cautivo…. Aislándome del juego y dejándome en el olvido de su recuerdo.


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